Heridas y lluvia II

*Celia no le ve con fuerzas para andar. Parece agotado. Le coge en brazos y lo carga a su espalda. Evita a la gente con maestría y entra de nuevo a la Iglesia. Sube a la parte alta, donde está su "casa".

Solo es un camastro mal hecho y una lamparilla de aceite. Deja con cuidado al pobre chiquillo allí encima*

*Brisonia está tan cansado que se deja llevar. Cuando esa mujer -que tiene las manos más frías que el chico recuerda- lo deposita sobre la tela, se acurruca como un gato y se duerme, muerto de frío.
En su sueño agitado, un puño cerrado le golpea la cara pero él, después, lo devora.*

*Al verle dormido, Celia le deja dormir. Se echa la gabardina encima del pelo y sale de la Iglesia.

Busca por los alrededores una farmacia, y compra lo necesario para poder curarle las heridas al chiquillo. Vuelve en menos de 15 minutos, y se quita la chaqueta, asfixiada de calor.

Observa a Brisonia a la luz del candil y deja todas las cosas a su lado. Con calma, va curando todas y cada una de sus heridas, desifectándolas y vendándolas con mimo.*

- Descansa, anda... *ella se acurruca junta a la enorme ventana por la que él ha entrado. Deja la capucha sobre su pelo, y su mirada se pierde en la ciudad empapada*

*El finísimo oído de Brisonia hace que se despierte con un potente rugido. Abre los ojos de golpe, pero no se mueve. Le da miedo. Sigue tiritando por la humedad, pero ya no le duele tanto el cuerpo. Cuando se mira la mano, se da cuenta de que el vendaje está renovado. El roto de su pantalón deja al descubierto otro vendaje en la rodilla.*

No me ha... desvestido, ¿verdad?

*Se incorpora y se frota los brazos. Sigue teniendo mucho frío. Y mucha, muchísima hambre. Paladea y se pasa la lengua por los labios.*

*Celia zarandea levemente la cabeza y se levanta, mirándole*

- ¿Te encuentras bien? ¿Tienes hambre? No tengo mucha comida, pero al menos algo ayudará... *se acerca a un rincón y saca algo de fruta y de comida enlatada, tendiéndosela*

*Brisonia no dice nada. Sus pupilas se hacen más pequeñas cuando ve la comida. Se le seca la boca y respira con ansiedad.*

¡Comida...!

*Celia sonríe y abre una de las latas, aleatoriamente, tendiéndosela*

- Toma, come *se la pone en las manos, con cuidado*

*Brisonia se lanza como un loco sobre la lata abierta. Muerde con tanta fuerza que raja la lata de metal y se le mete un trozo en la boca. Traga como si le fuera la vida en ello, apenas mastica, y el trozo de metal le corta dentro de la boca.*

- ¡Ay! *lo escupe y presiona la zona herida con fuerza.*

*Celia le mira incrédula, y se acerca*

- A ver, déjame ver.. tranquilo, no voy a hacerte daño... *le roza las mejillas con las manos* Abre la boca, por favor

*Cuando la tiene cerca, se pone otra vez a temblar. No quiere que le toque, quiere que se aleje. Pero como ya la tiene encima, traga saliva y abre la boca tímidamente.
Sus colmillos brillan con la lámpara de aceite. La comida se mezcla con la sange.*

- Te has hecho un corte con el metal... Estás un poco apavado, eh? *le mira, arqueando una ceja*

- Porque tiembles no voy a soltarte...

*Brisonia cierra los ojos con fuerza. Se traga la comida y la sangre.*

*Suspira y saca el resto de la comida en un plato de barro que tiene por ahí*

- Cógela de ahí, y ten cuidado de no cortarte, idiota... *Se sienta a su lado, mirándole*

*Él nota el escozor de la herida, pero le puede el hambre. Agarra el plato con las dos manos y prácticamente hunde la cabeza en la comida. Igual que un animal.
Come con tanta ansiedad que se atraganta y empieza a toser. Al hacerlo, le da golpes el pecho. Vuelve todo el dolor al cuerpo y tiene más frío.
Toma aire y sigue comiendo.*

*Le da un par de golpes en la espalda, para que no se ahogue*

- Que te ahogas, imbécil... Ten más cuidado...

Agh... me duele...

*Los golpes de esa mujer son tan contundentes que, en vez de cortarle la tos, la agravan. Son dedos de piedra los que le golpean. El dolor se hace casi insoportable. Se le saltan las lágrimas.*

- ¡Para!

- Perdona, perdona... *arquea una ceja, mirándole curiosa*

- Solo pretendía ayudar, eh? Pero nada, a la próxima dejo que te asfixies por comer como un animal... *Se deja caer contra la cama, bocarriba, y utiliza sus brazos como almohada, tumbada al lado de él*

*Brisonia se seca la boca con la manga y el plato le tiembla entre las manos. Por comer tan deprisa, ahora tiene ganas de vomitar. Pero se las aguanta. Se marea, se está mareando.*

Quiero morirme.

*Celia arquea una ceja, y al verle tan quieto, vuelve a erguirse a su lado*

- Eh, chaval. ¿Qué demonios te pasa ahora?

- (hilo de voz) Creo que voy a vomitar...

*Hace un gesto leve, como para ir a taparse la boca, pero se contiene.*

No puedo vomitar aquí, ¡no puedo!

- Ven, ven aquí *le ayuda a levantarse y le acerca a la ventana.*

Ni de coña me va a manchar la leche esta que tengo como casa..

*Brisonia vomita.
Es poco, pero la contracción de sus músculos ya le supone un dolor terrible. Se le resbalan las lágrimas por las mejillas. Duele.*

Quiero morirme

*Le sujeta por los costados. Incluso ella siente esa presión. Está muy delgado y le nota todas y cada una de las costillas*

- Ya pasa... *le aparta el pelo de la cara, para que no se le manche*

- (tos, voz pastosa) Ya está...

*Respira con pesadez e intenta calmarse. Se seca con la manga -donde no cabe más mierda- las mejillas y la boca.*

- Dios... estás hecho un asco. Tienes más mierda pegada que la puerta de un colegio... *suspira*

- Espera, que busco algo... *va a donde tienesus pocas mudas de ropa. Suelen ser de su talla, así que a él le vendrán incluso grandes. Es un canijo. Coge un jersey grueso, para que al menos no pase frío*

- Ven aquí *se acerca y le saca la camisa sin miramientos, y entonces le pone el jersey, colocándole bien el cuello y demás*