"Demasiadas Preguntas..."

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*Velvet deja que sus pasos le hagan viajar por la calle. Sin rumbo fijo, simplemente, caminando. Pensando.

Son demasiadas preguntas. Pocas respuestas. Poquísimas. Casi ninguna.

Han matado a alguien. Alguien a quien conocía Lagartija. Y ha sido alguien peligroso. No se mata a cualquiera, así como así. Siempre hay razones.

Siempre*

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*Son alrededor de las ocho de la tarde y Lagartija se aleja de su lugar de trabajo. Se lleva la mano a la nuca. La goma que retenía sus rizos rebeldes cede y cae. Su cabello, libre, se desparrama como una cortina y baila al son del vientecillo frío que deambula por la calle.*

¿Y si hace frío?

*Sus pasos la guían por el recorrido de siempre. Esquiva gente por pura inercia; deja ese trabajo a sus reflejos, activos en cualquier momento.
Se detiene en seco al llegar a una esquina... vacía. Una esquina que debía estar ocupada por un oscuro y sinuoso vendedor de cuadros ambulante. Allí no queda más que las manchas de sangre seca sobre la acera.
Aguanta la respiración y su caja torácica se tensa. Da un par de pasos torpes, como si se le hubiera olvidado caminar.*

Sangre. Disparos. Muerte. Dolor.

*Al llegar al lugar exacto donde su amigo cayó, las fuerzas se evaporan del cuerpo del joven dragón. Se desploma de rodillas. Sus reflejos, activos, consiguen colocar las manos por delante para que no se abra la frente.
Su respiración se acelera, sus músculos se contraen con salvajismo.*

- (rugido) ¡Argh!

*Hunde las uñas en la acera y la perfora. Las piedrecillas grises ruedan a su alrededor. Sus dedos están ardiendo.
Deja caer la espalda sobre la pared, encoge las piernas y hunde la cabeza entre los brazos. Apenas puede respirar. Solloza, boquea, se ahoga... pero no derrama ni una sola lágrima. No puede.
La calle está casi vacía. Entre semana no solía estar muy concurrida. Por eso, Yull creía que allí estaba seguro.
Seguro...*

- (rugido) ¡Agh! ¿Quién hizo esto? ¿QUIÉN? ¡Muéstrate! ¡Yull no se lo merecía! ¡No se lo merecía! (rugido)

*Velvet lleva todo el día paseando. Se ha detenido a comer en un local poco concurrido, ha dejado que la comida haya bajado por su garganta y que haya reconfortado su débil cuerpo adoptado.*

¿Qué ha pasado? ¿Por qué de repente, llega una chica y me revoluciona la vida? Es un dragón, lo sé. Un dragón. Eso no es bueno. Es conflictivo.

Pero... No es un dragón normal. Los dragones son despiadados, crueles. Lagartija es... es dulce, despistada. Tiene algo especial, algo que me gusta, pero no sé qué es. No sé por qué no puedo definirlo, pero no puedo dejar de pensar en ella.

*Es esa sensación de querer proteger a alguien. De querer abrazarla, querer comprenderla, querer... Velvet sacude levemente la cabeza, sacándose ideas equivocadas de la cabeza. Aunque equivocadas no es, quizás sería mejor comentar... disparatadas.

Va perdido en sus pensamientos, esquiva por inercia al resto de viandantes, los pocos que quedan que se cruzan con él*

- Ah... perdona. *Se ha chocado con un chico. Velvet le mira un instante, le ha llamado la atención que tiene los ojos azules, pero aparta la mirada* Velvet... *El pegaso gira inmediatamente la cabeza hacia donde ha escuchado esa voz. A su espalda, por donde el chico camina, alejándose*

- ¡Oye...! *Camina un par de pasos hacia él, pero hasta sus oídos llega un sonido característico. Un rugido. Ese rugido. Y de repente su voz, haciéndole sobresaltar. Lagartija*

- ¿Lagartija...? *Hay un debate en su cabeza. Por un lado, Lagartija. Por otro lado, él. Pero lo lógico impera. Lagartija está ahí, la puede ver, en uno de los callejones cerca del Starbucks. Sin embargo, ese chico ya está lejos, y lo que ha escuchado puede haber sido solo una jugarreta de su cabeza.*

*Decide acercarse a Lagartija, acuclillándose a su lado*

- ¿Pequeña...? ¿Estás bien...? *su tono es preocupado. Ha llegado a la conclusión de que se ha comportado como un crío al haberse marchado de esa forma esa mañana. Ella no se lo merecía. Debería haber sido un poco más considerado, y su intención es disculparse con Lagartija*

*Lagartija acaba de percatarse de lo sola que está, en realidad. Todo su mundo se ha quedado vacío, vacío de cuerpos cercanos que poder tocar, abrazar, oler y escuchar.
Está sola.
Y no puede soportarlo.*

- ¿Pequeña...? ¿Estás bien...?

*La voz es un eco lejano, pero su fino oído la reconoce. Detiene su ansiedad, por un momento.*

¿Velvet?

*Lagartija no suele pensar mucho lo que dice, y mucho menos lo que hace. Ahora tampoco lo piensa. Flexiona las rodillas, se impulsa con los pies y se lanza contra Velvet.
Aprieta los dientes y agarra tan fuerte las solapas de su abrigo que las perfora. Pero le da igual.
Ya no está sola.*

- Menos mal... que estás... conmigo...

*Velvet la deja que le apriete todo lo que quiera, de repente le invade una sensación de calidez, quizás porque ella está ardiendo.

La rodea con los brazos y la aprieta contra su pecho, protector, sin poder evitar aspirar su aroma. No la aparta de él, sino que la aprieta más, ansioso.*

- Claro que estoy contigo, pequeña... *le susurra al oído, calmado, intentando tranquilizarla. Parece que esté afectada con algo*

- No te vas a librar de mí tan fácilmente... *le sonríe encantador, apartándole el pelo de la cara escondiéndolo detrás de su oreja, sin tocar la que tiene herida para no molestarla*

- Lagartija... yo... quería disculparme. Siento mucho lo de esta mañana. No debería haberme ido de esa manera tan... *busca la palabra*

- Brusca. *la mira a los ojos, esperanzado*

- Lo siento mucho, pequeña... perdóname...

*Lagartija parece no haberle escuchado. Libera, poco a poco, la tensión de su cuerpo. Velvet está tan frío... ¿o es que ella está demasiado caliente?
Sus ojos vagan por el suelo.*

- Sólo queda... la sangre. (gemido) La sangre de Yull, la de sus asesinos... y la mía *se encoge y se toca el hombro.*

*Busca otra vez el abrazo de Velvet. Es curioso cómo, al ser tan menuda y delgada, cabe perfectamente entre sus marcadas formas de estatua griega. Deja caer la frente sobre el maxilar del pegaso.*

- (suspiro) Echo de menos a Yull...

*Velvet suspira y la deja desahogarse. Se siente tonto. Ni siquiera le está escuchando. Solo está ahí porque ella lo necesita, aunque él también, por mucho que no quiera reconocerlo.

Pero le duele. Yull... Debía ser alguien muy importante para ella. Normal que le eche de menos. Y que solo piense en él. Se siente... mal. Quizás la palabra clave sería celoso. Él quiere que Lagartija piense así de él. Quiere que le eche de menos*

- ¿No sabes quién ha sido o por qué lo ha hecho? No matarían a una persona así como así...

*Prefiere evadir mentalmente el tema. No quiere que tampoco se precupe por él* Quizás no lo haría.

*A Lagartija empieza a darle vueltas la cabeza. La abruman las preguntas. No quiere oír nada, absolutamente nada. Sólo quiere tranquilizarse.*

(suspiro)

¿Cómo eras capaz de comprender... cuándo quería que no dijeras nada?

*Se pone en pie, apoyándose sobre los hombros de Velvet. Se frota la cara.*

- Oye, si quieres... (resoplido) Dame un respiro, ¿de acuerdo? Nada... de preguntas. Deja que... deja que me calme.

*Se agarra el pelo y después lo suelta. Mueve la cabeza negativamente.*

- No quiero quedarme aquí. Ya hablaremos más tarde. Yo... no necesito nada. Sólo necesito calmarme.

*Echa a andar y parece olvidarse de que se deja a alguien detrás. Por suerte, su subconsciente se lo recuerda. Se vuelve despacio.*

- Puedes venir si quieres. Mi casa no está lejos.

*Velvet reacciona, y sus pies le llevan al lado de ella*

- Como quieras, pero lo último que quiero es incomodarte... Si en algún momento quieres quedarte sola... dímelo.

*Camina a su lado, pensativo. Lagartija... "solo necesita calmarse". Y él necesita una tila. Los nervios le están desquiciando la cabeza. Son demasiadas preguntas, pocas respuestas, y encima, confusas. Y ella tampoco le ayuda. Solo quiere saber qué ha pasado. Quiere ayudarla, pero no puede hacerlo si ella no le deja*

- Te prepararé una tila cuando lleguemos a casa. Si no, se te va a poner el pelo rubio *sonríe y le acaricia el perfil de la barbilla.* Sígueme.

*Guía su caminar hasta la fachada de uno de los edificios más antiguos de la zona. Señala Con el dedo hacia arriba.*

- Último piso. Yo nunca entro por la puerta. ¿Puedes seguirme?

*Salta y clava las unñas en el alféizar de una ventana. Trepa como una ardilla hasta arriba del todo y descubre, aliviada, que las ventanas de su casa siguen abiertas. Sonríe. Y entra.*





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