Heridas y lluvia II

- Huyo de aquí ---------> https://zodia.forosactivos.net/hospital-general-de-zodia-f54/heridas-y-lluvia-t52.htm#514

*Brisonia atraviesa casi toda la ciudad corriendo. Se va chocando con gente y con paraguas. Muchos lo empujan y se rasga las mejillas con las varillas de metal de los protectores de lluvia. Corre con los ojos cerrados y la lluvia lo empapa. Le duele el maxilar, le duelen los hombros y las heridas de las manos. Las lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia.
En una callejeuela, su instinto le hace encontrar una iglesia pequeña, de piedra. Aporrea la puerta de doble batiente con su poca fuerza, pero no puede abrirla. Da un salto desmesurado para un ser humano y entra por una ventana, trepando con sus cuatro extremidades.

Dentro, la furia de los truenos es menor. El techo está abierto con una claraboya rota, que derrama gotas de agua sobre un campo de preciosas flores. Brisonia no se acerca. Se queda bajo la ventana, empapado, temblando con violencia, tosiendo y sollozando, mientras los truenos le dan golpes a los muros.*

*Celia abre sus ojos de gárgola al notar tanto ruido. Gira su cabeza de piedra y observa al intruso de su Iglesia. Parpadea y hace aparecer su forma humana. Se viste y se coloca la gabardina, y se acerca hasta el desconocido, atenta a cualquier movimiento extraño*

- No puedes estar aquí. *sentencia con voz dura, a pocos metros de donde está Brisonia*

- ¡Ah! (grito de miedo)

*Brisonia se pega contra la pared como reflejo. Abre la boca apra gritar y enseña sus colmillos. Sus ojos brillan por el miedo y las lágrimas. La sangre de su mano se ha mezclado con el barro de la cara.
Está paralizado de miedo.*

*Celia parpadea y le mira. Está demacrado, y suspira*

- Ven... *le tiende la mano, que no parece peligrosa* Te ayudaré a secarte un poco, estás empapado

*Brisonia no se mueve. No se atreve a moverse.
Le tiemblan las manos y le duele el pecho. Coge airte y tose. Vuelve a coger aire. Por alguna razón que no quiere saber, no puede dejar de llorar.*

- (sollozo) Por favor, no me hagas daño...

- No voy a hacerte daño *su voz suena más amable que antes, y sus músculos se relajan* Solo es un chiquillo. No puede querer nada de...

- Vamos, estás empapado... Si quieres secarte tienes que venir, no puedo hacerlo a distancia *sigue tendiéndole la mano*

*Brisonia se pasa la lengua por los labios.
Aún temblando, se levanta. Pero no le da la mano a la misteriosa mujer. Lo aterran esos ojos tan inquisidores. Cuando está sobre las dos piernas, su temblor se hace todavía más evidente.*

- No voy a hacerte daño *repite, y se acerca un paso hacia él. Que esté temblando al lado de la ventana no es buena idea, hay una buena caída hasta el suelo* ¿Me dejas que me acerque?

- No *contesta enseguida. Da un paso hacia detrás y siente la dolorosa presión en las puntas de los dedos; sus uñas, por reflejo, brillan.*

*Celia arquea una ceja*

- ¿Y como quieres que te ayude entonces, listo? *le ha salido la vena arisca, inconscientemente*

*Brisonia se pega contra la pared y contiene el aire. Aún así, no quiere que se acerque. No quiere que nadie le toque.
Ya ha tenido suficiente contacto.*

- Mira. La cosa es sencilla. Si te acercas, te ayudo. Sino te acercas, te quedas ahí, helándote de frío y empapado hasta los huesos. Tú decides.

*Brisonia se pone tan nervioso que reacciona por instinto. Cierra los ojos y salta por la ventana.*

- ¿¡Pero qué coño...!? *se asoma inconscientemente, a ver qué ocurre*

*Brisonia cae de pie, como la mitad de lo que es. Pero está tan débil que las rodillas le fallan. Una de ella se clava en el asfalto y emite un crujido.*

(grito de dolor)

*Pega la frente al suelo y respira con los dientes apretados y los ojos cerrados.
Tiene miedo.
Y está solo.*

Quiero morirme...

*Celia respira al ver que cae bien* Está loco.

*Baja por la parte de dentro de la Iglesia y abre las puertas, acercándose*

- ¿¡A qué demonios ha venido eso!? ¡Te vas a hacer más daño, estás gilipollas! *Acercándose. Le ha preocupado. Quizás porque le recuerda a ella cuando...*

*Gritos.*

No grites... no grites, por favor. ¡No grites! ¡No ME grites más!

(rugido de pantera)

*Brisonia se pone de pie y se aleja arrastrando la pierna. Su cabeza está como loca, lo golpea con voces de ahora, de antes, con palizas anteriores, con chillidos.
Huye. Como está acostumbrado a hacer, huye.

Siempre huyendo.*

*Celia acelera. Le ha dado impresión de que sabe qué piensa. Lo mismo que pensaba ella. Se planta delante de Brisonia y antes de que se queje de nada, le levanta en brazos y se lo echa al hombro como un saco de patatas*

- Voy a ayudarte, así que más vale que no te quejes. *Acto seguido, sus pies giran y se acerca hasta las puertas de la Iglesia*

*Brisonia no puede pensar en lo que hace. Así que actúa como siempre que alguien lo sujetaba contra su voluntad.

Le muerde.*

*Celia se revuelve inconscientemente y tira de él, dejándole en el suelo*

- ¿¡Qué coño haces!? ¡No voy a hacerte nada! ¿¿Cómo quieres que te lo diga?? ¡Solo voy a ayudarte! *se frusta* ¡Sino quieres que te ayude dímelo, y te dejo aquí tirado como un perro!

*El chico cae con la espalda en el suelo. Pero los golpes que más duelen son los que le lanza esa boca maldita, que no deja de gritar.
Sus garras y sus dientes actúan por sí solas. Se lanza como la pantera que es y hunde los colmillos en el antebrazo de la mujer. O, al menos, lo intenta.

Aprieta los dientes, los dedos, los ojos. Libera tensión en el mordisco. Sin embargo, sus dientes no atraviesan carne ni brota la sangre.

Separa la boca del antebrazo de la mujer y la mira a los ojos, directamente. Su iris naranja brilla. Ahora todavía tiene más miedo.*

*Celia le mira enfadada*

- ¿Qué pretendes? *le fulmina con la mirada* ¿Qué quieres, que te deje aquí en medio, tirado, en plena tormenta? *sigue lloviendo copiosamente, y están ambos empapados* ¿O prefieres que te ayude? ¿Que te ayude a secarte y que te cure esas heridas?

*Al pobre Brisonia no le sale responder. Está completamente absorbido por su mirada.
La lluvia lo cala, está temblando de frío y de miedo. Pero no le sale decir nada.*

*Celia extiende la mano hacia él y le roza con suavidad la mejilla, limpiándole un poco de barro*

- Ven conmigo...

*Brisonia cierra los ojos con fuerza y aprieta los dientes. (sollozo)
El agotamiento le puede. Baja la cabeza y deja caer los brazos. Su pantalón tiene una mancha cada vez más oscura en la rodilla magullada.
Sorbe por la nariz y se queda quieto. Sus dientes tienen sabor a piedra.*